Los Quercus

La carballeira constituye la formación arbórea clímax de la mayor parte del territorio de Galicia. Esta denominación popular de nuestros bosques incluye una serie de variantes según la composición de la flora que acompaña al principal exponente arbóreo, el carballo o roble (Quercus robur) en la vertiente occidental y el cerquiño o melojo (Quercus pyrenaica) en la vertiente oriental. Así, en las carballeiras del Sudoeste de Galicia encontramos elementos florísticos arbustivos de carácter mediterráneo o propios de ambientes más abiertos que aprovechan su mayor resistencia a la sequía estival y a las altas temperaturas; por el contrario se observa con respecto a las carballeiras del norte una progresiva disminución en cuanto a presencia y cobertura de fentos (helechos) paleotropicales. Aunque el roble es el elemento predominante, junto a este se encuentran otros elementos arbóreos como el Acebo (Ilex aquifolium), el Castaño (Castanea sativa), el Laurel (Laurus novilis), etc. El hecho de ser las zonas costeras una de las áreas preferidas desde antiguo como asentamiento de las poblaciones, junto con las posteriores repoblaciones forestales de pinos (Pinus pinaster) en un principio y posteriormente de eucalipto (Eucaliptus globulus) y la consecuente proliferación de incendios forestales, ha marcado esta área como una de las más castigadas desde el punto de vista medioambiental. De esta forma cualquier mancha del bosque autóctono (debesa) adquiere un gran valor que es necesario revalorizar frente a la creciente presión ejercida por el fuego, los eucaliptos, la ciudad, el asfalto, la Xunta, el Estado, etc.…

Un bosque clímax es aquella comunidad que puede desarrollarse estable y perdurable bajo las condiciones climáticas y edáficas que prevalecen en una fase avanzada de sucesión ecológica. El clímax de una comunidad se da cuando ésta llega a una etapa de desarrollo estable y se cumplen las siguientes tendencias en el tiempo:

  • Aumenta la complejidad del ecosistema: más especies y más ejemplares.
  • Se incrementa el peso y el volumen de sus organismos (su biomasa).
  • Se perfeccionan los mecanismos de autocontrol que impiden la desaparición de especies.
  • Los organismos aprovechan mejor los recursos del medio.
  • El ecosistema se hace más resistente a los cambios, es decir aumenta la resiliencia del ecosistema.

Es decir, la comunidad está madura y hace un uso óptimo del espacio y la energía, estableciéndose un equilibrio dinámico entre los organismos y el medio ambiente. En cambio, una comunidad joven, recién instalada, es más susceptible a los cambios y fácilmente puede ser alterada en su composición.

El encinar es la comunidad clímax de la región mediterránea.

Los robles (carballo, Quercus robur), el roble albar (Quercus petrae), los alcornoques (sobreira, Quercus suber), las encinas (Quercus ilex), el melojo o rebollo (cerquiño, Quercus pyrenaica); y el quejigo (Quercus faginea) son árboles de la península Ibérica del mismo género (Quercus), y familia (Fagaceae), que ocupan áreas diferenciadas por la disposición de agua y la altura.

El más notable de los robles europeos es Q. robur, la especie forestal dominante en la vertiente atlántica de Europa. Recibe los nombres de carballo en Galicia, carbayu en Asturias, cajiga en Cantabria y haritza en el País Vasco. Otra especie de ecología semejante es Quercus petraea, el roble albar. Es muy parecido al anterior, que recibe muchas veces el mismo nombre, aunque es algo menos robusto que este. Se cría en las laderas y faldas de las montañas, soportando suelos más secos y menos profundos que el carballo, ya que incluso vive entre rocas. Sube hasta 1.800 m de altitud, desarrollándose en suelos, tanto calizos como silíceos. Los robles crecen en suelos con humedad por lo que en la Península Ibérica sólo abundan espontáneos en las cordilleras húmedas o las regiones más septentrionales.

Entre las especies mediterráneas más extendidas destacan Q. pyrenaica (rebolo, cerquiño, carballo negro). Es un árbol muy abundante en Galicia muy resistente a las heladas del interior, por lo que es más abundante en las provincias de Lugo y Ourense, donde forma masas de cierta extensión. En el resto de la región aparece de forma más o menos dispersa. Prefiere suelos silicios aunque también podemos verlo sobre suelos calcáreos pero mucho menos. Sus troncos al ser menos gruesos, más torcidos e incluso varían con la humedad, son menos utilizados que sus hermanos el Q. robur y el Q. petraea. Es bueno para repoblar los terrenos incendiados, ya que rebrotan con facilidad de sus raíces.

El Alcornoque, sobreira en gallego (Q. suber), es un árbol de porte medio, de hoja perenne, nativo de Europa y del norte de África. Muy extendido antropomórficamente por la explotación de su corteza de la que se obtiene el corcho. El alcornoque suele conocerse coloquialmente, especialmente los ejemplares jóvenes, como chaparro. El alcornoque es uno de los componentes del bosque mediterráneo y demanda climas de inviernos más suaves y húmedos que la encina, que en gran medida lo sucede conforme se va continentalizando el clima. Una de las razones es que la bellota del alcornoque se produce en los meses de septiembre (migueleñas) hasta enero, cuando las heladas son mucho más frecuentes.

Quercus ilex (encina) es un árbol perennifolio, muy similar en su follaje al alcornoque, nativo de la región mediterránea de talla mediana, aunque puede aparecer en forma arbustiva, condicionado por las condiciones pluviométricas o por el terreno en el que se encuentre. En estado salvaje, es de copa ovalada al principio y después va ensanchándose hasta quedar finalmente con forma redondeado-aplastada. Su área de distribución natural es el Mediterráneo, ya que se encuentra en todos los países que lo bordean, pero sólo en las zonas con clima mediterráneo, ya que cuando el clima es más lluvioso y de tipo atlántico, la sustituyen otras especies de Quercus, como los robles, quejigos (Q. faginea) o alcornoques. Así, resulta ser la especie forestal que más territorio ocupa: unos 3 millones de hectáreas de encinares repartidos por toda la península y en las islas Baleares, excepto la franja costera cantábrica donde, sin llegar a ser rara, es mucho menos abundante que en el resto del territorio.

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